Apreciados hermanos de la Estaca Alameda:
"Hay peligro en la frase "algún día" cuando en realidad significa "hoy no". "Algún día me arrepentiré". "Algún día lo perdonaré". "Algún día hablaré con mi amigo acerca de la Iglesia". "Algún día comenzaré a pagar el diezmo". "Algún día regresaré al templo". "Algún día.". En las Escrituras está claro el peligro de postergar. En el libro de Alma 34:33 nos menciona:
“No podréis decir, cuando os halléis ante esa terrible crisis: Me arrepentiré, me volveré a mi Dios. No, no podréis decir esto; porque el mismo espíritu que posea vuestros cuerpos al salir de esta vida, ese mismo espíritu tendrá poder para poseer vuestro cuerpo en aquel mundo eterno.”
Esto es, que podríamos descubrir que se nos ha acabado el tiempo. Dios, quien nos da cada día como un tesoro, requerirá que le rindamos cuentas. Nosotros lloraremos y Él llorará, si hemos tenido la intención de arrepentirnos y de servirle en los mañanas que nunca llegaron o en los ayeres con los que hemos soñado, cuando ya ha pasado la oportunidad de actuar. El "hoy" es un don preciado de Dios. El pensamiento "Algún día lo haré" puede robarnos las oportunidades que nos da el tiempo y las bendiciones de la eternidad."
"No hay una sola cosa grandiosa que se pueda hacer para obtener la vida eterna y yo creo que la gran lección que debemos aprender en el mundo actual es la de aplicar los gloriosos principios del evangelio a los pequeños actos y deberes de la vida cotidiana. No creamos que porque algunas cosas hoy parecen pequeñas y triviales no tienen importancia. La vida, después de todo, está hecha de cosas pequeñas. Nuestra vida, nuestro ser, se mantiene con pequeños latidos. Pero si ese corazón cesa de latir, la vida en este mundo se termina. El sol es una fuerza poderosa del universo, pero es una bendición para nosotros porque lo recibimos en rayos pequeños, que, todos juntos, llenan la tierra de luz solar. La oscuridad de la noche se hace más llevadera por el resplandor de lo que parecen ser pequeñas estrellas. El estudio de las Escrituras y la oración producirán cambios, pero no automáticamente. Si leemos con atención parcial y oramos sin devoción total, practicamos un ritual no completamente inútil pero tampoco completamente productivo. Debemos, con el apoyo de nuestra familia, apartar el tiempo suficiente para estudiar —no sólo leer— para meditar, sentir y buscar respuestas. El Señor ha prometido que nos fortalecerá, nos edificará y nos renovará si le dedicamos tiempo todos los días (véase D. y C. 88:63. Así también la vida de la persona cristiana se compone de pequeños actos buenos realizados a toda hora en el hogar, en el quórum, en la organización, en la comunidad o en cualquier lugar donde vivamos o sirvamos."
Hermano Edison Vílchez Martínez